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El ciego y el lazarillo.

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Ciego: Era habitual que los ciegos recorrieran los pueblos, acompañados de un lazarillo, pidiendo limosna,  entonando canciones tradicionales y narrando historias amorosas y crímenes horrorosos. Eran bien vistos por el pueblo, que solía proporcionarles siempre ayuda y alimentos. Su labor en la difusión de la cultura popular todavía no ha sido bien apreciada.

En el caso de la obisparra de Pobladura, el Ciego, acompañado del lazarillo, acostumbra a parar en las puertas de las casas donde tras entonar canciones y coplas varias solicita el aguinaldo a los dueños. Abundan las coplas con aire jotesco y letras, unas con contenido intranscendente y otras con contenidos intencionados, pícaros y humorísticos que suscitan las risas de los asistentes.

Mendigo o Lazarillo: En una época de miseria generalizada, como fueron los siglos XVIII y XIX, era habitual verlos recorrer todos los pueblos mendigando y durmiendo en pajares, en muchos de los cuales acababan muriendo víctimas del hambre y frío. Solían ser socorridos con lo que se podía, pues así lo dictaba la caridad cristiana. En la obisparra, acompaña al ciego y se encarga de recoger en un saco las “voluntades de los vecinos”, en forma de aguinaldos (chorizos, longaniza,..) y donativos.

Piojoso: En toda obra de teatro tradicional nunca podía faltar la figura del gracioso, que rompía la tensión de la obra de teatro y hacía reír a los espectadores. En las Obisparras, obra de teatro de la participación, no podía faltar este personaje. En Pobladura, vestido de andrajos, anda rascándose el cuerpo sin parar o se frota contra las paredes y a los espectadores, distraídos por lo que están viendo, de repente los sorprende, arrojándoles salvados de trigo y algún que otro piojo, lo que les hace reír, temblar y hasta rascarse de sólo pensarlo.

Cego: Era costume que os cegos percorressem as aldeias, acompanhados por um guia, a pedir esmola, entoando canções tradicionais e contando histórias de amor e de crimes horríveis. Eram bem vistos pelo povo que costumava dar-lhes sempre esmola e comida. O seu papel na difusão da cultura popular ainda não foi bem valorizado.

No caso da obisparra de Pobladura, o Cego, acompanhado pelo guia, costuma parar às portas das casas onde, após entoar canções e quadras variadas, solicita a esmola aos donos. São numerosas quadras jocosas e letras de conteúdo identificável e outras de conteúdos intencionais, cómicos e humorísticos que provocam o riso na assistência.

Mendigo ou Moço de Cego: Numa época de miséria generalizada, como foram os séculos XVIII e XIX, era habitual vê-los percorrer todas as aldeias mendigando e dormindo em palheiros, em muitos dos quais acabavam por morrer vítimas da fome e do frio. Costumavam ser ajudados com o que se possuía, pois assim o ditava a caridade cristã. Na obisparra, acompanha o cego e encarrega-se da recolha das “vontades dos vizinhos” num saco, em géneros (chouriços, linguiças,…) e donativos.

Piolhoso: Em qualquer peça de teatro tradicional nunca podia faltar a figura do gracioso que quebrava a tensão da obra de teatro e que fazia rir os espetadores. Nas obisparras, obra de teatro da participação, não podia faltar esta personagem. Em Pobladura, vestido com trapos velhos, vai coçando o corpo sem parar ou esfrega-se nas paredes e nos espetadores que, distraídos pelo espetáculo, são apanhados de surpresa, lançando-lhes farelos de trigo e um ou outro piolho. O que os faz rir, tremer e até coçar-se só de pensar nisso.

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